Dieta antiinflamatoria para la tiroiditis de Hashimoto
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Por otro lado, hay alimentos, como las verduras crucíferas, que pueden alterar la absorción de yodo y la eficacia de posibles terapias farmacológicas debido a su contenido en sulfatos, ftalatos, hidrocarburos aromáticos policíclicos y litio. Según algunos estudios, las isoflavonas contenidas en la soja, debido a su naturaleza similar a las hormonas estrogénicas, también ralentizan el funcionamiento de la glándula tiroides y, por lo tanto, no se recomiendan para quienes padecen hipotiroidismo. Sin embargo, consumidas con moderación y como parte de una dieta equilibrada, estas sustancias aportan enormes beneficios para la salud de todo el organismo sin comprometer el funcionamiento de la glándula. Obviamente, la dieta debe ajustarse en función del trastorno tiroideo de que se trate.
Nutricionista especializada en el síndrome del intestino irritable
Todos deberíamos saber qué y cuánto necesitamos en términos de nutrientes para pasar nuestros días, por lo que las dietas deben ser absolutamente personalizadas en relación con nuestra composición corporal, nuestros hábitos y necesidades socioeconómicas, pero sobre todo en relación con nuestro perfil genético.
La nutrigenética debería aplicarse a todas las dietas, ya sea con el simple propósito de potenciar los efectos beneficiosos de los alimentos en nuestra salud o para realizar una verdadera dieta de adelgazamiento.
Las algas y la avena pueden ser buenas sólo para el hipotiroidismo (estimulan la glándula tiroides), pero se han revelado varios casos de toxicosis por exceso de yodo en quienes consumían demasiadas algas o con demasiada frecuencia.
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Hipotiroidismo y vino
La dieta vegetariana ha mostrado claros efectos positivos sobre los síntomas en pacientes con artritis reumatoide, pero también durante la tiroiditis autoinmune y otras enfermedades autoinmunes.
Las indicaciones dietéticas durante las enfermedades autoinmunes son basar la dieta en alimentos de origen vegetal (cereales, legumbres, verduras, frutas, semillas, frutos secos), preferir preparaciones sencillas, elegir alimentos no conservados ni excesivamente procesados y consumir muchos alimentos ricos en vitaminas y ácidos grasos poliinsaturados (buenos).